Se desbordó el fervor religioso para venerar al Señor Crucificado de Carácuaro

Como ocurre desde hace 415 años, la parroquia del santuario del Cristo Negro de la bella y pintoresca población de Carácuaro, se convierte en el centro ceremonial más grande de la Tierra Caliente michoacana y punto de reunión de miles de católicos.

A la celebración de la imposición de ceniza en esta localidad, asistieron el pasado “Miércoles de Ceniza”, miles de peregrinos de todo el Estado, quienes llegaron para estar presentes y rendir homenaje al Señor Crucificado de Carácuaro, que es una imagen que data del siglo XVI.

Señor Crucificado de Carácuaro.
Señor Crucificado de Carácuaro.
Centenares de peregrinos entraron de rodillas desde la puerta del atrio, hasta el interior del templo para postrarse ante el altar donde se venera al Señor Crucificado de Carácuaro en señal de agradecimiento por favores recibidos. En el atrio durante todo el día miércoles les fue impuesta la ceniza a miles de católicos que acudieron en tan significativo día al recordar que “polvo eres y en polvo te convertirás”.
Centenares de peregrinos entraron de rodillas desde la puerta del atrio, hasta el interior del templo para postrarse ante el altar donde se venera al Señor Crucificado de Carácuaro en señal de agradecimiento por favores recibidos. En el atrio durante todo el día miércoles les fue impuesta la ceniza a miles de católicos que acudieron en tan significativo día al recordar que “polvo eres y en polvo te convertirás”.

Al Señor Crucificado de Carácuaro, el pueblo michoacano le rinde pleitesía desde tiempos remotos, en donde la fe católica se muestra con toda su fuerza y veneración, ya que con varios días de anticipación llegaron a esta población centenares de peregrinos provenientes de todos los rincones de la geografía michoacana y de otros Estados de la República.

La iglesia resultó insuficiente para dar cabida a los miles de católicos de todo el Estado y del país que asistieron a la celebración del “Miércoles de Ceniza”.
La iglesia resultó insuficiente para dar cabida a los miles de católicos de todo el Estado y del país que asistieron a la celebración del “Miércoles de Ceniza”.

Cabe mencionar que en esta población histórica, oficiaron en distintas épocas Fray Juan Bautista de Moya y el Siervo de la Nación, Don José María Morelos y Pavón.

El “Miércoles de Ceniza” los actos religiosos se iniciaron desde las cero horas que se repitieron a lo largo de las 24 horas en el templo que resultó insuficiente para dar cabida a los miles de peregrinos, mientras afuera en el atrio, decenas de grupos de danzantes ejecutaban sus bailes bajo acordes de sus instrumentos rústicos musicales tradicionales.

De Monterrey, Nuevo León, decía la leyenda de este estandarte que enarbolaron peregrinos y danzantes de ese Estado, mientras que otros de la Meseta Tarasca llegaron con devoción.
De Monterrey, Nuevo León, decía la leyenda de este estandarte que enarbolaron peregrinos y danzantes de ese Estado, mientras que otros de la Meseta Tarasca llegaron con devoción.

Cabe señalar que el temporal de lluvias que recientemente afectó a gran parte del país, disminuyó el número de personas asistentes, comparados con otros años que provocaron que algunos comerciantes se quejaran por la baja en sus ventas, mientras que el río Carácuaro lucía abundante caudal de lado a lado y con gran fuerza.

En el atrio decenas de grupos de danzantes ejecutaron sus bailes en honor al Señor Crucificado de Carácuaro, que llegaron de tierras lejanas para orar ante su imagen.
En el atrio decenas de grupos de danzantes ejecutaron sus bailes en honor al Señor Crucificado de Carácuaro, que llegaron de tierras lejanas para orar ante su imagen.
No obstante de la lluvia, así lucieron las márgenes del río Carácuaro con familias que llegaron a bordo de sus vehículos para disfrutar de las tibias aguas, después de haber visitado para hacer oración ante el Señor Crucificado de Carácuaro.
No obstante de la lluvia, así lucieron las márgenes del río Carácuaro con familias que llegaron a bordo de sus vehículos para disfrutar de las tibias aguas, después de haber visitado para hacer oración ante el Señor Crucificado de Carácuaro.

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